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Preocupación creciente: el gusano barrenador y su salto a los humanos.

El gusano barrenador del ganado acumula casi 12 mil casos, con un aumento del 52% en 11 días.

Opinión
Hace 3 días

Los recientes reportes sobre el incremento desmedido de casos de gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax) en México no son solo una alerta sanitaria animal; son una señal de alarma para la salud pública y la estabilidad económica. En apenas once días, los casos en animales se dispararon un 52%, acumulando cerca de 12,000 brotes. Esta emergencia zoosanitaria, ya activa oficialmente, debe leerse como una amenaza directa y multidimensional.

El aspecto más inquietante es la transmisión a humanos. Este parásito, que se alimenta de tejido vivo, no discrimina especies. Las larvas pueden infestar heridas abiertas o incluso mucosas de las personas que tengan contacto estrecho con animales infectados o en zonas de alta proliferación de la mosca. Los síntomas en humanos son severos: desde dolor intenso y secreción en la lesión, hasta fiebre y malestar general. Si bien los casos en personas son aún esporádicos y no masivos, su sola presencia confirma el riesgo. Cada brote en el ganado aumenta la población de moscas y, por tanto, la probabilidad de que una persona, especialmente en comunidades rurales con menos recursos médicos, sea afectada.

Si la epidemia en animales no se controla con velocidad, las consecuencias económicas serán devastadoras. En primer lugar, el sector pecuario sufriría pérdidas millonarias por mortalidad, disminución de la producción de carne y leche, y por los costos de tratamiento y vigilancia. México es un importante productor y exportador de proteína animal; un estatus sanitario deteriorado provocaría el cierre inmediato de mercados de exportación, un golpe del que la economía nacional tardaría años en recuperarse. Los pequeños y medianos productores, el corazón del campo mexicano, serían los más afectados, empujando a miles a la ruina.

Además, los costos derivados se multiplicarían. El sistema de salud pública tendría que destinar recursos para atender posibles casos humanos en mayor escala. El turismo en regiones rurales y naturales podría verse perjudicado por la percepción de riesgo. Se generarían gastos enormes en campañas de erradicación a una escala que hoy parece insuficiente.

La emergencia del gusano barrenador es un recordatorio brutal de que la salud animal, la salud humana y la economía están unidas. No es un problema solo de los ganaderos; es un problema nacional. Se requiere una acción coordinada, contundente y transparente entre autoridades federales, estatales, el sector productivo y la comunidad científica para contener los brotes, educar a la población sobre prevención y evitar que lo que hoy es una crisis pecuaria se convierta mañana en una crisis de salud pública y en una hemorragia económica para el país. La ventana de oportunidad para evitar lo peor se está cerrando día a día, al ritmo de 52% cada once días.