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Selección México Sub-20: El Nacimiento de una Nueva Ilusión

La goleada de México Sub-20 a Chile no fue solo un partido. Fue una declaración de principios que devuelve la ilusión a un país sediento de ver fútbol de calidad y actitud.

Opinión
Hace 19 horas

Hay victorias que son mucho más que tres puntos o un pase a la siguiente ronda. Hay triunfos que, en su ejecución y en su esencia, se convierten en un mensaje contundente, en un bálsamo para una afición herida y en un faro de esperanza para el futuro. La contundente goleada de la Selección Mexicana Sub-20 por 4-1 sobre Chile en los octavos de final del Mundial de la categoría fue precisamente eso. No fue un simple partido; fue un evento simbólico.

Mientras la selección absoluta de México atraviesa uno de sus periodos más grises, sumida en una crisis de identidad y resultados, este grupo de jóvenes, liderados con claridad por el técnico Eduardo Arce, le está dando una lección a sus mayores sobre lo que significa vestir la camiseta verde. Lo que vimos en el estadio no fue solo fútbol; fue actitud, hambre, cohesión táctica y una mentalidad ganadora que hace tiempo extrañábamos. 

El Equipo que el Tri Absoluto Anhela Ser

Desde el silbato inicial, México mostró un rostro que la afición no ve desde hace años. Frente a Chile, un rival complejo y con tradición, no hubo complejos, ni temor, ni esa actitud reactiva y temerosa que ha caracterizado al Tri mayor. Por el contrario, hubo presión alta, intensidad y una vocación ofensiva que resultó abrumadora para los sudamericanos.

El primer gol, obra de Tahiel Jiménez tras una excelente recuperación en campo rival, es el manual de lo que debe ser el fútbol moderno: transición rápida, presión efectiva y definición letal. Ese gol no nació de la casualidad; nació de una idea de juego clara y de la convicción de llevarla a cabo. Es la antítesis del fútbol lento, predecible y sin ideas que hemos padecido.

Pero lo más alentador no fue ganar, sino cómo se ganó. El equipo de Eduardo Arce mostró una personalidad que trasciende los sistemas tácticos. Jugaron sin miedo a equivocarse, con la audacia que da la juventud, pero con la disciplina que impone un buen trabajo técnico. Figuras como José Pachuca en la defensa y Gilberto Mora en el medio campo, aportando una seguridad envidiable, demuestran que en México hay cantera, hay talento. Solo hace falta darles oportunidades, dirección y, sobre todo, confianza.

Más Allá del Resultado: Una Lección de Mentalidad

Si hay algo que ha separado a esta generación Sub-20 de la selección absoluta es, sin duda, la cuestión mental. Mientras los referentes del Tri mayor parecen jugar con el peso de una losa sobre sus hombros, estos jóvenes lo hacen con la libertad de quien tiene todo por ganar. No hay rastro de ese "paso chico" en momentos decisivos que tanto nos ha dolido en Mundiales absolutos.

La reacción al gol de Chile fue el mejor ejemplo. En el pasado, un gol del rival hubiera desatado los nervios, la incertidumbre y, muy probablemente, el colapso. ¿Qué hizo este equipo? Simplemente siguió jugando a lo mismo. No se encerraron, no perdieron el rumbo. Mantuvieron la calma, siguieron creyendo en su plan para luego cerrar el partido con una contundencia inapelable.

Esa es la mentalidad que se extraña. Esa resiliencia y esa frialdad en los momentos clave es justo lo que le ha faltado al fútbol mexicano en las últimas décadas ante potencias mundiales. Esta generación no parece tener los traumas de sus predecesores. Juegan con la cabeza alta, como si no conocieran la palabra "inferioridad". Esa actitud no se enseña solo en los entrenamientos; nace de un entorno que fomenta la seguridad y la ambición. Eduardo Arce ha logrado inculcar eso.

El Desafío: No Matar la Gallina de los Huevos de Oro

La historia del fútbol mexicano está plagada de generaciones prometedoras que, al llegar al ámbito absoluto, se diluyeron en un mar de malas decisiones, sobrexposición mediática, falta de continuidad y, en muchos casos, una pésima orientación. El gran peligro ahora es que, ante este destello de calidad, el sistema en su totalidad reaccione como suele hacerlo: sofocando el talento con expectativas desmedidas y presión innecesaria.

El camino no es llevar a estos jóvenes a ser figuras mediáticas de la noche a la mañana. El camino es, primero, apoyarlos incondicionalmente en su actual hazaña mundialista. Luego, garantizarles minutos de calidad en sus clubes, en lugar de preferir a jugadores extranjeros mediocres que solo ocupan un lugar. El camino es tener la paciencia para pulir sus diamantes en bruto y no exigirles que resuelvan de inmediato los problemas de una selección absoluta que se construyó sobre cimientos podridos.

La Federación y los directivos de la Liga MX tienen una responsabilidad histórica. No pueden cometer el mismo error dos veces. Deben crear un ecosistema que permita a estos chicos crecer, desarrollarse y, eventualmente, dar el salto a Europa cuando estén preparados, no antes. Deben proteger esta joya.

Un Faro en la Niebla

La goleada ante Chile y el pase a cuartos de final son, ante todo, un regalo para el alma del aficionado mexicano. Es la prueba tangible de que el talento no se ha acabado, de que el problema no era la cantera, sino el invernadero. Este Tri Sub-20 es un faro de luz en medio de la densa niebla que envuelve al fútbol nacional.

No sabemos si ganarán el Mundial. Eso es lo de menos. Lo realmente importante es que nos han devuelto un sentimiento que creíamos perdido: la ilusión. Nos han recordado cómo se siente enorgullecerse de un equipo que juega con el corazón, con la cabeza y con una clara identidad. Han demostrado que con trabajo, ideas claras y mentalidad ganadora, se pueden voltear hasta los pronósticos más pesimistas.

Que su hazaña no sea solo un bonito recuerdo. Que sea, esperemos, el punto de partida de un cambio verdadero. Por ahora, solo queda disfrutar del momento y apoyarlos. Porque este Tri, sí que ilusiona.